Si hay una ciudad tolerante, una urbe sin prejuicios, un lugar donde la libertad parece llegar a su máxima expresión, ese sitio es Amsterdam. El Barrio Rojo, los coffeshops, los zuecos, los molinos, los tulipanes, las bicicletas recorriendo silenciosamente la ciudad, los tranvías o los museos con temas de lo más variopinto son algunas de las cosas por las que la llamada Venecia del norte merece ser visitada. Sólo hay un límite en la ciudad: no perjudicar a los demás.
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